sábado, 12 de noviembre de 2011

Jefe del Estado.

Ya era hora de iniciar una serie de párrafos para definir cómo debe ser el Jefe del Estado, cuáles son sus funciones y quién está más capacitado para el desempeño de una tarea histórica.

Poniendo en antecedentes a los lectores, en la vida política actual vemos como hay muchos líderes que quieren llegar a ser poco más que Julio César, Don Pelayo o Napoleón o simplemente tenemos líderes políticos que han sido nefastos como Nerón o Fernando VII. Como es natural, no debe ser así.

Un Jefe del Estado es el resultado de una ideología implantada previamente, así vemos que Julio César es el resultado de una lucha contra la corrupción de SPQR (Senatus populusque romanus | Senado y pueblo romano), donde el pueblo era el que menos contaba para los patricios.

El caso de Don Pelayo se ve reflejado en la lucha contra un invasor con diferentes costumbres, ideas y una religión extranjera. La unión en torno a Don Pelayo conforme a unos ideales bien definidos dio pie al resurgimiento de la Hispania y el germen de nuestro país

Qué decir, por supuesto, del gran Napoleón Bonaparte, que es el resultado de las ideas de la ilustración. Sin ella no hubiera habido tan gran conquistador, excelente gobernador y político moderno. 

Son tres ejemplos que nos da la extensa historia. Diferentes tipos de cómo se forja un líder, de cómo se crea un Jefe del Estado. 

Surgirá un Jefe del Estado, elegido de entre cualquier español, con valía y que haya demostrado sus aptitudes ante el pueblo español. Los romanos lo conseguían con la dinastía de los "Antoninos", ahí quedan emperadores como Trajano o Adriano, sin olvidar a Marco Aurelio o Antonino Pío (A quiénes presta su nombre). La historia está para aprender de ella, ya se llevó a cabo, se puede volver hacer.

Nuestra historia ha dado grandes héroes que bien pudieron ser Jefes de Estado como Espartero o Prim, así como generales como Riego.

Se necesita una persona que arbitre la gestión política, económica y judicial de España (Garantizando una separación efectiva de poderes). Se puede pensar en monarquía tradicional o en nuevos términos como una república presidencialista. El único fin válido es conseguir que España esté entre los ochos países con más peso político, económico y militar.

En ningún caso, en el ejercicio de las funciones que le corresponda significará la existencia de privilegios o beneficios, dando cumplimiento a la máxima de "primus inter pares" (Primero entre iguales), pues TODOS somos responsables de mantener y promocionar el Estado de Bienestar, desde el primero al último.

Después de tener el ideal y el perfil del Jefe del Estado, la "vox populi" hablará y designará al Jefe del Estado que crea conveniente. Asimismo se articularán los medios y las formas para impedir abusos de poder por parte de los que van a ejercer dicho cargo. Por descontado, hay que tener en cuenta la imparcialidad del mismo, pues al ser un cargo de Estado no se verá inclinación alguna por las políticas que no beneficien a España.

Por último, hay que destacar que el Jefe del Estado cobrará por ejercer esas funciones de alta responsabilidad pero que, en ningún caso, serán cifras astronómicas y millonarias. Su sueldo estará garantizado y regulado en una Ley Federal, junto con el resto de cargos públicos desde el becario hasta el General de más alta graduación. Ni un ápice de descontrol, el dinero público es de todos y con alta estima y con mucho cuidado será gestionado.

Esperemos que estas líneas sirvan para convencer a todos los españoles. Es hora de cambios... ¿por qué el nuestro no?

Atrás.

Última Modificación: 21 de febrero de 2016

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