Un Estado ibérico solo podrá ser proclamado a través de un plebiscito de los pueblos que pasarán a integrarse dentro de la unión peninsular y del que podrán formar parte todos aquellos estados que tengan análoga relación de amistad con los países fundadores. ¿Pero, cómo llegamos a este punto?
Para alcanzar la creación de ese Estado, deberán asumirse una serie de políticas de acercamiento de los estados parte, a través del sistema de la confederación, sin renuncia de soberanía. A través de esa confluencia, se deberán tomar una serie de medidas, partiendo desde las más simples (cambio de hora en España) a las más complejas (Creación de una policía ibérica) y una vez concluidas todas, podremos comenzar a plantear la creación de un estado nuevo, único y federal.
Una vez celebrado ese referéndum, se formará un gobierno técnico y provisional, presidido por el futuro Jefe del Estado, con una duración no superior de cuatro años, para la creación de las estructuras pendientes y necesarias.
Una vez transcurrido este período se realizarán las primeras elecciones democráticas del nuevo gobierno, dónde ya tendrán que estar instalados los nuevos consejos e instituciones. Al año siguiente, serán elegidos el resto de cargos públicos, siempre de forma gradual.
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