La homosexualidad es considerada actualmente como una tendencia sexual donde personas del mismo sexo inician una relación sentimental, exaltación máxima de la amistad.
Nosotros, como católicos no podemos aceptar que la homosexualidad sea una tendencia sexual, obviando el reconocimiento de los derechos que de ella puedan derivarse. Pero, lo que por un lado puede ser una actitud retrógrada, por otro exigimos un total respeto a este colectivo, ya que, cada uno es libre de hacer lo que guste en su casa, siempre y cuando esas acciones no impliquen un malestar general.
Un homosexual es un ser humano al que le corresponden todos los derechos individuales y colectivos reconocidos, que pueda tener otro sector de nuestra rica Sociedad, sin distinción alguna por su condición.
Es momento de condenar nuestras acciones pasadas, pues de las discriminaciones nunca se puede sacar nada positivo y en claro para una sociedad, donde el trabajo colectivo es el que ayuda al avance y al desarrollo. La persecución no solo no los erradicó, sino que sirvió para demostrar que las segregaciones son socialmente negativas.
Las personas tienen la libertad de poder hacer en su vida aquello que, sin perjudicar a la Sociedad, tenga por gusto.
Uno de los temas que más recorren la vida de nuestra sociedad, sobre todo entre la juventud es el tema de la homosexualidad. Para algunos, como un tema “tabú”, para otros como una cosa normal, y finalmente para otros más, como una situación de repugnancia que debe ser satanizada. Por ello me parece muy oportuno que nos detengamos un poco a revisar este tema a fin de formarnos una opinión correcta de ello.
Lo primero que quisiéramos es distinguir entre la homosexualidad y lo que se llama “amaneramiento”, pues son dos cosas distintas. El amaneramiento es una situación de tipo externo (podríamos decir “estético”); donde el individuo tiende a tomar ciertas posturas y comportamientos que pertenecen al sexo opuesto.
Una conducta que se da cuando las relaciones sociales del individuo son anacrónicas con el entorno que le rodea. Sucede generalmente cuando en la familia hay varios hombres y sólo una mujer o viceversa. Por ejemplo, es común ver que en algunos hogares en donde el padre siempre quiso tener un varón y procreó solo mujeres, es muy factible que a alguna de ellas la vista y la proponga continuamente los juegos y actividades de los hombres. Estas personas son las que normalmente desarrollan la conducta que comentamos y que no desarrollan una atracción sexual hacia el mismo sexo.
Por otro lado tenemos lo que propiamente llamamos homosexualidad la cual "designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo.”
A nuestro juicio pueden darse dos tipos de homosexualidad:
Homosexualidad y Derechos.
Nosotros, como católicos no podemos aceptar que la homosexualidad sea una tendencia sexual, obviando el reconocimiento de los derechos que de ella puedan derivarse. Pero, lo que por un lado puede ser una actitud retrógrada, por otro exigimos un total respeto a este colectivo, ya que, cada uno es libre de hacer lo que guste en su casa, siempre y cuando esas acciones no impliquen un malestar general.
Un homosexual es un ser humano al que le corresponden todos los derechos individuales y colectivos reconocidos, que pueda tener otro sector de nuestra rica Sociedad, sin distinción alguna por su condición.
Es momento de condenar nuestras acciones pasadas, pues de las discriminaciones nunca se puede sacar nada positivo y en claro para una sociedad, donde el trabajo colectivo es el que ayuda al avance y al desarrollo. La persecución no solo no los erradicó, sino que sirvió para demostrar que las segregaciones son socialmente negativas.
Las personas tienen la libertad de poder hacer en su vida aquello que, sin perjudicar a la Sociedad, tenga por gusto.
¿Tendencia o enfermedad?
Uno de los temas que más recorren la vida de nuestra sociedad, sobre todo entre la juventud es el tema de la homosexualidad. Para algunos, como un tema “tabú”, para otros como una cosa normal, y finalmente para otros más, como una situación de repugnancia que debe ser satanizada. Por ello me parece muy oportuno que nos detengamos un poco a revisar este tema a fin de formarnos una opinión correcta de ello.
Lo primero que quisiéramos es distinguir entre la homosexualidad y lo que se llama “amaneramiento”, pues son dos cosas distintas. El amaneramiento es una situación de tipo externo (podríamos decir “estético”); donde el individuo tiende a tomar ciertas posturas y comportamientos que pertenecen al sexo opuesto.
Una conducta que se da cuando las relaciones sociales del individuo son anacrónicas con el entorno que le rodea. Sucede generalmente cuando en la familia hay varios hombres y sólo una mujer o viceversa. Por ejemplo, es común ver que en algunos hogares en donde el padre siempre quiso tener un varón y procreó solo mujeres, es muy factible que a alguna de ellas la vista y la proponga continuamente los juegos y actividades de los hombres. Estas personas son las que normalmente desarrollan la conducta que comentamos y que no desarrollan una atracción sexual hacia el mismo sexo.
Por otro lado tenemos lo que propiamente llamamos homosexualidad la cual "designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo.”
A nuestro juicio pueden darse dos tipos de homosexualidad:
- Aquella que se produce de nacimiento y por causas genéticas.
- O la homosexualidad que se genera. La considerada como una “moda”.
Aquella que proviene por causas genéticas se debe a un fallo cromosómico, a nuestro juicio una enfermedad. Muchos afirman que tiene cura, nosotros no estamos seguros de ello. La mejor medicina es el respeto mutuo.
También puede darse la homosexualidad en personas que por mero vicio, caen víctimas de la lujuria, dejándose llevar y omitir sentimientos esenciales dentro de una relación como el cariño o el amor.
Ilustres médicos como el Doctor Enrique Rojas coincide en esta clasificación. Considera que las causas genéticas no llegan al 2% de los casos, mientras que el resto no deja de ser “modas que son más contagiosas que las infecciones”.
- O la homosexualidad que se genera. La considerada como una “moda”.
Aquella que proviene por causas genéticas se debe a un fallo cromosómico, a nuestro juicio una enfermedad. Muchos afirman que tiene cura, nosotros no estamos seguros de ello. La mejor medicina es el respeto mutuo.
También puede darse la homosexualidad en personas que por mero vicio, caen víctimas de la lujuria, dejándose llevar y omitir sentimientos esenciales dentro de una relación como el cariño o el amor.
Ilustres médicos como el Doctor Enrique Rojas coincide en esta clasificación. Considera que las causas genéticas no llegan al 2% de los casos, mientras que el resto no deja de ser “modas que son más contagiosas que las infecciones”.
“El lobby Gay” intenta justificar la homosexualidad como preferencia cuando, no deja de ser una amistad llevada al extremo, en el mejor de los casos de la segunda clasificación. Sin embargo, no debemos olvidar que el amor humano exige, cuando se trata de una pareja, una expresión sexual, la cual se ordena a la procreación y a la complementariedad.
En la homosexualidad, no puede existir esta expresión del amor, ya que ninguno de los fines pueden ser alcanzados por una pareja de homosexuales ya que los órganos genitales, con los cuales se expresa esta relación no son, como en el hombre y la mujer, complementarios y necesarios unos de los otros. Esta es una de las razones por las que la Iglesia Católica no da su aprobación como tendencia y que nosotros ratificamos en este artículo. Aunque los sentimientos puedan parecerse, no es lo mismo.
No podemos, pues, aceptar que la homosexualidad sea una PREFERENCIA SEXUAL, como si se tratara de una ELECCIÓN, ya que los sexos no se escogen: somos hombres o mujeres, condición que está radicada en lo más profundo de nuestro SER.
Ahora bien, ya habiendo definido que la homosexualidad es una enfermedad cromosómica, la Iglesia reconoce que para quien padece ésta representa, para la mayoría, una “auténtica prueba”. Por ello invita a sus hijos y todos los hombres de buena voluntad a que acojan con respeto, compasión y delicadeza, a quienes la padecen, evitando todo signo de discriminación injusta” (cf. CatIC 2358).
Una obligación ineludible como sociedad avanzada, y más aún para quienes tienen amigos que padecen esta enfermedad, es la de ayudarlos a sanar; aceptar sin más su estado, como algo normal y natural, promover en ellos su problema y defenderlos de discriminaciones.
Definitivamente, somos personas a veces civilizadas que tienen que convivir los unos con los otros. Y para eso se necesita RESPETO, que hoy en día es lo que falta por un lado y por el otro.
Atrás.
En la homosexualidad, no puede existir esta expresión del amor, ya que ninguno de los fines pueden ser alcanzados por una pareja de homosexuales ya que los órganos genitales, con los cuales se expresa esta relación no son, como en el hombre y la mujer, complementarios y necesarios unos de los otros. Esta es una de las razones por las que la Iglesia Católica no da su aprobación como tendencia y que nosotros ratificamos en este artículo. Aunque los sentimientos puedan parecerse, no es lo mismo.
No podemos, pues, aceptar que la homosexualidad sea una PREFERENCIA SEXUAL, como si se tratara de una ELECCIÓN, ya que los sexos no se escogen: somos hombres o mujeres, condición que está radicada en lo más profundo de nuestro SER.
Ahora bien, ya habiendo definido que la homosexualidad es una enfermedad cromosómica, la Iglesia reconoce que para quien padece ésta representa, para la mayoría, una “auténtica prueba”. Por ello invita a sus hijos y todos los hombres de buena voluntad a que acojan con respeto, compasión y delicadeza, a quienes la padecen, evitando todo signo de discriminación injusta” (cf. CatIC 2358).
Una obligación ineludible como sociedad avanzada, y más aún para quienes tienen amigos que padecen esta enfermedad, es la de ayudarlos a sanar; aceptar sin más su estado, como algo normal y natural, promover en ellos su problema y defenderlos de discriminaciones.
Definitivamente, somos personas a veces civilizadas que tienen que convivir los unos con los otros. Y para eso se necesita RESPETO, que hoy en día es lo que falta por un lado y por el otro.
Atrás.
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