lunes, 23 de agosto de 2010

Preámbulo.

La Educación es uno de los pilares básicos para la formación de una Sociedad justa, humilde y formada. Es por ello que, con La Ley Federal de Educación se pretende eliminar toda deficiencia educativa que el sistema ha tenido a lo largo de los últimos años.

Mucho se ha avanzado para conseguir una educación idónea y que diese una representación merecida a nuestra Patria a nivel internacional. Las anteriores leyes educativas fueron eliminando deficiencias que se iban presentando, pero nunca llegaron a conseguir un éxito rotundo.

Por eso, ya desde los tiempos de Grecia y Roma, los niños eran instruidos en una serie de dogmas básicos para el libre desarrollo y el libre pensamiento.

Siguiendo pues, las tradiciones clásicas, es menester de esta ley dar a todos los ciudadanos la posibilidad de acceder a una educación digna y objetiva.

Como consecuencia del libre acceso a la educación es necesario hacerla totalmente gratuita, sin renunciar a la calidad y profesionalidad de los educadores. Por ende, queremos fomentar personas con vocación en la labor que realizan para poder llegar mejor al alumno, fomentando la una relación más estrecha, casi familiar entre el profesor y el estudiante. Un premio que hace tiempo se nos viene negando.

Una vez planteadas las cuestiones de calidad, gratuidad y objetividad, es imprescindible promover actitudes sociales de diversa índole. Por ello, no se creará una educación estratificada socialmente y no se implantará un modelo educativo acorde con una ideología política. Nuestro Estado no entiende de ideologías, pero sí de ideas; Y la idea que tenemos de Iberia la aplicaremos a la educación de los ciudadanos de nuestra Patria.

La Federación es el resultado de una reconquista contra el invasor árabe y gracias a ello disfrutamos de una herencia cultural e histórica envidiable. Siglos de duras contiendas y de guerras fratricidas, han conseguido fermentar y dar origen al germen ibérico, para finalmente implantar un modelo de estado moderno, fomentado por los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.

Como consecuencia de ello, en esta ley no podemos prescindir de nuestra tradición cristiana, haciendo conocer los principios de la moral católica y por consiguiente, las enseñanzas de Jesús de Nazaret, para poder así erigir futuros adultos ecuánimes y entusiastas.

No hay que olvidar que se continuará trabajando para lograr, año tras año, la total escolarización de todos los ciudadanos, evitando la exclusión social por motivos educativos.

Es esencial que en todas las aulas, de todas las enseñanzas, los preceptos del profesor sean transmitidos perfectamente al alumno, por lo que, las clases serán poco numerosas para poder desarrollar en ellas mayor confianza a la hora de impartir las clases.

Para garantizar un aprendizaje idóneo y paliar el fracaso escolar, el Estado como protector de sus ciudadanos, garantizará la creación de Internados para que aquellos alumnos que sean un obstáculo en la formación del resto de compañeros, reciban una educación individualizada, dedicada en exclusiva a mitigar su mala conducta. Dichos internados están regulados en dicha ley.

Finalmente, La Ley de Federal Educación está dispuesta a recuperar la legítima autoridad del Estado en esta parcela. Por lo que, todo lo relativo a la educación y su desarrollo, estará estrictamente dirigido desde el Estado y el ministro de educación en representación del gobierno en el poder, obviando cualquier delegación en esta materia que provoque deficiencias o diferencias en la calidad de enseñanza.

Conforme a todo lo expuesto en el preámbulo, el pueblo soberano y en su nombre Las Cortes Generales ratifican la siguiente Ley Federal de Educación:

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